lunes, 10 de marzo de 2008

Soledad

Acude cada tarde a su cita. Misma hora, misma mesa... comparte mantel con su café y su soledad. Pasa la tarde, día tras día, en la misma mesa de la misma cafetería, viendo pasar la tarde ante si misma, con la única compañía de su libro de pasatiempos, mientras a su alrededor el mundo sigue girando.
A pesar de todo, de no conocerla de nada, la admiro, admiro sus ganas de vivir y no quedarse anclada en su soledad.

1 comentario:

Ben Bolkoien dijo...

¿Y no es la rutina un ancla? Cambiar de mesa, levantar la vista, reemplazar el café por otro tipo de estimulante, olvidar los pasatiempos de papel y comenzar la partida de la vida.
Esconderse en la seguridad no me parece solución.

Te debía un par de besos, con el de hoy hacen tres.