Llega septiembre...

Mañana cuando nos levantemos ya será 1. Y este septiembre estoy acojonada (me permitís el taco ¿verdad?)
De peque me encantaba septiembre, era la vuelta al cole (rara que he sido siempre, me gustaba el cole, incluso el instituto) las fiestas de Valladolid, la llegada del otoño (odio el verano, más rara ¿no?) y mi cumpleaños (qué queréis, de pequeña me hacía ilusión)
Después la cosa cambió un poco al llegar a la universidad y sus malditos exámenes de septiembre que no me dejaban disfrutar de casi nada de lo anterior.
Y ahora, sin tener que estudiar, veo septiembre desde el otro lado de la barrera. Apenas llevo 2 meses y medio trabajando en esta guardería y, aunque no sé hasta cuando estaré allí (ya sabéis, contratos hasta fin de obra, ¿qué obra?) es mi primer septiembre como profe. Despedir a mis niños (aunque solo cambian de clase y los seguiré viendo, ventajas de ser la profe de los más peques) recibir a los nuevos y adaptarnos los unos con los otros. No parece complicado, pero me temo que lo es.
Así que mañana cuando me levante y vaya hasta mi clase veré niños nuevos, que, probablemente, no dejarán de llorar, ni querrán estar conmigo. Y a ver cómo les convenzo yo de que conmigo van a estar bien...