Hace 3 años, un día como hoy, salté de la cama con prisa, con ansiedad, con excitación. Había dormido con la bandera colgando del armario que tengo sobre la cama, dejándola que me tapase, que me aislase del resto del mundo.
Pasé el día como un oso enjaulado, yendo y viniendo de aquí para allá sin ser capaz de concentrarme en nada ni de estar quieta más de dos segundos seguidos. A pesar de todo la sensación no me desagradaba. Estaba ilusionada, ansiosa, asustada. Era la primera de las 9 oportunidades que tendríamos para conseguirlo.
No necesitamos más, aquella tarde hicimos lo que todos esperábamos y dejamos los deberes hechos con dos meses de antelación
Hace 3 años de aquella tarde, del baño en la fuente, la ciudad teñida de blanquivioleta y los claxon de los coches sonando si parar mientras miles de banderas ondeaban desde las ventanas y ventanillas. Me gusta recordar aquellas sensaciones, aquellos sonidos, aquellos olores...
3 años después todo es distinto, probablemente caigamos en el pozo del que aquel día salimos, pero a pesar de todo aquel día fuimos los mejores.
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