No sé nada de ella... no sé su nombre, su edad, nada. No sé donde sube al autobús que tomo cada día para ir a trabajar. Sólo sé que es rubia, que ronda los 35 y que baja en la misma parada que yo.
Es entonces cuando, cada día, desciende las escaleras a toda prisa, mira al horizonte y echa a correr. Es entonces cuando, sonriente, mete la cabeza por la ventanilla de un coche, y recibe y entrega el beso de todas las tardes.
Siempre he tratado de imaginar que historia era la que ella vive, si quien recibe sus besos, con la efusividad de un adolescente, es su pareja, si es su amante o si se trata de una relación clandestina...
Nunca me he parado a mirar si el coche arranca y ella va en él, o si ella dice adiós a quien se aleja por la carretera... pero siempre pienso que me gustaria tener alguien al final del trayecto diario por quien correr a recibir un beso.
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1 comentario:
Yo deseo lo mismo que tú... que al final del trayecto haya alguien esperando por mí... incluso a veces no me importaría esperar sola en algún sitio, con tal de que llegue ese alguien en algún momento y se quede conmigo.
Me gustó mucho el texto =) Besitosss!
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