Hay situaciones que te colocan entre la espada y la pared. Entre la obligación moral de advertir de los peligros que ves llegar, que planean la situación, y los pies de plomo que te dicen que quizás, y solo quizás, no sea necesario que dinamites la ilusión de nadie.
Y encontrar el punto medio es complicado. El “ten cuidado”y el “no te fíes” no servirán de mucho si la persona en cuestión no quiere quitarse la venda que lleva en los ojos.
Y todo lo que empieza acaba, pero hay cosas que nacen mucho más acabadas de lo que otras estarán cuando mueran.
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