Cuando hace 365 días os contaba cómo afrontaba mi primer septiembre como tutora no pensaba que iban a pasar tantas cosas en este año. Estoy contenta con el resultado. El curso se ha dado bien y no tardamos demasiado en acostumbrarnos, los niños a estar conmigo y yo a estar con ellos. Al principio me costó un poco "lidiar" con algún niño, pero poco a poco, con mucha paciencia y mucho cariño, todo ha ido a pedir de boca.
Aún no me creo que mis niños, esos que mañana pasan a la clase de los "mayores", sean los mismos que entraron llorando aquel 1 de septiembre que ahora me parece tan lejano. Hemos acabado un curso lleno de cosas bonitas y de alguna un poco menos bonita, pero de todas he aprendido igual que he aprendido de cada uno de los niños y de las compañeras. Hoy cerramos una etapa, ellos y yo. Yo que mañana no me tendré que levantar para ir a trabajar, yo que no veré mañana unos nuevos niños entrando por la puerta llorosos y aferrados un chupete. Lo voy a echar de menos.
Pero en la vida hay que elegir, cuestión de prioridades que dicen por ahí, y yo he elegido, para bien o para mal. Me voy a cumplir un sueño, o por lo menos a intentarlo, a quitarme la incertidumbre que iba a pesar en mí como una losa con el paso de los años. Y aunque debo estar contenta hoy me siento triste al dejar la que ha sido mi clase durante casi 15 meses. Os voy a echar de menos, mucho, más de lo que imagináis.
Y os tomo la palabra, si en Madrid me tratan mal me vuelvo con vosotras ;)
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