Ayer fue un buen día. Llevaba unos días de bajón, de estos bajones que se rumian en silencio y que no se dicen en voz alta no sea que alguien te vaya a escuchar. Sabía lo que quería oír, pero no quería ser yo quien pidiese, en cierto modo, esas palabras.
Complejos autoimpuestos, quizás sin motivos, sentir que te has equivocado, que no estás en el lugar en el que deberías estar, peor aún, creer que los que están contigo no solo es que sean mejores que tú, sino que tú ni siquieras sirves para hacer lo que ellos hacen. Tonterías.
Sin embargo he empezado a cambiar de opinión. Dos buenas críticas que para nada esperaba me han hecho darme cuenta que ni soy mejor ni soy peor, solamente soy diferente.
Y si he llegado hasta aquí es para quedarme.
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