lunes, 22 de marzo de 2010

Desencantos

A veces es mejor callar y pararse a pensar antes de abrir la boca. Llevo una semana mordiéndome la lengua porque sé que en caliente hay cosas que es mejor no decir, aunque ahora las sigo pensando igual, lo raro es que no me haya envenenado. Me duele Valladolid igual que a Larra le dolía España. Todos los que me conocéis sabéis de sobra que lo que siento por mi ciudad, sabéis que saco las uñas para defenderla si es necesario. Llevo una semana escuchando burradas de mi equipo de fútbol, prometo no hablar mucho del tema, solo dejar constancia de que me parece injusta la campaña de acoso y derribo a un equipo que se le puede tachar de muchas cosas menos de violento. Me duele ver cómo otros equipos que han cometido acciones mucho peores han sido tratados mucho mejor. He dejado de creer en algo por lo que creí que podría luchar, la honradez profesional. Lo siento, pero creo que hay demasiados periodistas que además de no ser objetivos (sí, lo sé, la objetividad es algo que no existe dentro del periodismo) no son ni tan siquiera honrados.
Y para rematar la faena he tenido que leer una sarta de burradas dichas de mi ciudad y de uno de los más importantes escritores no ya de Valladolid, de todo el país. No voy a darle mucha bola al asunto porque el soplagaitas que escribió semejante artículo no se merece más publicidad.
Está claro que seguramente yo no sea objetiva tampoco, pero creo que se pueden decir muchas cosas sin faltar al respeto de nadie.

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