jueves, 8 de abril de 2010

Dormir

No puedo dormir, y cuando no puedo dormir me pongo asquerosamente tontita y pienso en ti. Aunque sé que no debería, aunque creía que te tenía ya olvidado. Pero sé que no es cierto, que solo intentaba engañarme y que te hace falta hacer muy poquito para volver a ponerme nerviosa. No sé qué quieres de mí, no sé qué quieres que sea yo de ti, pero tengo claro que si de mí dependiese esta situación habría cambiado hace mucho.
Nada es igual que al principio, en parte creo que me alegro, sé de sobra que por mi parte hay algo más que una simple atracción física y una posible compatibilidad, no es que te quiera (vale, te quiero, pero no estoy enamorada de ti) es, simplemente, que sé que encajamos, aunque a ratos me encantaría tener súper poderes como las heroínas de las series de televisión y ser capaz de matarte con un clip de 18 maneras distintas. Me desesperas casi tanto como me fascinas, aunque sepa que no eres para mí, que esto no podría salir bien de ninguna de las maneras, aunque no tenga ni puta idea de lo que pasa por esa cabecita loca. Ojalá te aclarases, ojalá dejases de mandarme señales confusas y contrarias, ojalá tuvieses valor para encararte preguntarte de una vez qué pasa contigo y conmigo, con un nosotros que no sé si existe.
Espero que tú sí puedas dormir, mientras tanto yo imaginaré cómo sería si estuvieses aquí, si el ritmo de tu respiración me adormeciera poco a poco y mañana fuesen tus besos los que me despertasen antes de que suene el despertador.

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