Hace días que quiero escribir del Pucela. No lo he hecho porque, como he dicho más veces, escribir en caliente no siempre es bueno.
Solo un par de apuntes al respecto. Nunca, y llevo mucho años yendo al estadio, había visto una pitada tan grande de la afición hacia un jugador que lleva la camiseta de nuestro equipo. No voy a entrar a valorar si es justo o no, si era merecido o no, simplemente entiendo a la afición. Nos vamos a ir a segunda viendo cómo un hatajo de vagos se arrastran por los campos de fútbol y arrastran con ellos nuestros colores, nuestro escudo. La ira de la afición se ha incremento cuando un periodista ha desvelado que hubo 3-4 jugadores que el día antes de un partido se fueron de fiesta a Salamanca.
Si es cierto me parece genial que se diga, pero que se digan nombres y se aporten pruebas. Los periodistas podemos acogernos (y perdonadme por incluirme ya con ellos) al nuestro derecho no de revelar nuestras fuentes, ni siquiera ante un juez, pero lo que no se puede hacer es tirar la piedra y esconder la mano. Más cuando la pedrada ha impactado en 3 jugadores en plena frente. Medujanin ha pasado de ser el héroe del equipo al villano, y la afición de Pucela no olvida fácilmente. Queremos saber los nombres de los implicados, nada más.
En el extremo opuesto vuelve a estar Borja (y os prometo que no estoy disfrutando con esto) que se ha convertido en uno de los pocos jugadores que se salva de la quema. Ya os lo expliqué, pero parece que es el único que está implicado a pesar de que al año que viene no jugará en Zorrilla.
La destitución de Onésimo y la llegada de Clemente... sin comentario, ahora el autobús es uno más de la alineación, eso sí, si consigue salvarnos seré clementista para el resto de mis días.
¡Nos vemos en el estadio!
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