Desde que escribo, que no es hace mucho, siempre me ocurre lo mismo. Mis personajes se adueñan de mi, soy capaz de pasarme horas pensando en ellos, en su forma de actuar, en la personalidad de la que los he dotado, de qué dirían y cómo actuarían ante determinada situación.
Me he sorprendido buscando un momento para encontrarme con ellos, como si Alex, Valeria, Laura, David o Coralinda, y todos los demás, fuesen capaces de saltar del papel, como si ellos me llamasen para charlar mientras acompañamos nuestras palabras con un café o una cerveza bien fría.
Eran mios, solo mios, solo yo sabía como iban a responder, como iban a moverse o a actuar... me sentía comprendida por ellos, donde muchas veces mi otro yo decidía alojarse un tiempo, en ellos encontraba la respuesta de lo que a mi me pasaba...
Suena extraño, lo sé, pero he soñado incluso con ellos.
Ahora me ocurre algo más extraño aún. Los que se adueñaron de mi son otros, son los personajes que otros crearon, pero que yo adopté como mios, a los que yo, respetando su personalidad, les aporté matices nuevos, a los que yo quiero como mios.
De nada sirve pensar como lo haría yo, pues estos no se dirigen al ritmo de mis pulsaciones en el teclado, de nada sirve imaginar el siguiente paso, el siguiente gesto, pues dificilmente coincidirá con el que sus verdaderos "padres" les harán dar.
Aún así, y a pesar de la distancia que nos separa, también acabarán bailando a mi ritmo.
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1 comentario:
Pasaba por aquí....
¡¡muac,muuuuac!!
Es que debo estar poseido por el personaje besucón.
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